Publicado en la revista Laberinto número 29/1er cuatrimestre de 2009
I. Introducción
La
tesis que voy a presentar sostiene que el año pasado se produjo una verdadera
ruptura que deja atrás una larga fase de expansión de la economía capitalista
mundial; y que esa ruptura marcó el inició de un proceso de crisis con características
que son comparables con la crisis de 1929, aunque se desarrollará en un
contexto muy distinto.
Lo
primero que hay que recordar es que la crisis de 1929 se desarrolló como un
proceso: un proceso que tuvo comienzo en 1929, pero cuyo punto culminante se
dio bastante después, en 1933, y que luego abrió paso a una larga fase de
recesión. Digo esto para subrayar que, en mi opinión, estamos viviendo las
primeras etapas, pero realmente las primeras, primerísimas etapas, de un
proceso de esa amplitud y esa temporalidad. Y que lo que por estos días está
ocurriendo y tiene como escenario los mercados financieros de Nueva York, de
Londres y de otros grandes centros bursátiles, es solamente un aspecto -y tal
vez no sea el aspecto mas importante- de un proceso que se debe interpretar
como un proceso histórico.
Estamos
frente a uno de esos momentos en los que la crisis viene a expresar los límites
históricos del sistema capitalista. No se trata de alguna versión de la teoría
de «la crisis final» del capitalismo o algo por el estilo. De lo que sí se
trata, en mi opinión, es de entender que estamos enfrentados a una situación en
la que se expresan estos límites históricos de la producción capitalista. Y
aunque no quisiera aparecer como un Pastor con su Biblia marxista, quiero
leerles un pasaje de El capital:
El verdadero límite de la producción capitalista es
el mismo capital; es el hecho de que, en ella, son el capital y su propia
valorización lo que constituye el punto de partida y la meta, el motivo y el fin
de la producción; el hecho de que aquí la producción sólo es producción para el
capital y no, a la inversa, los medios de producción simples medios para
ampliar cada vez más la estructura del proceso de vida de la sociedad de los
productores. De aquí que los límites dentro de los cuales tiene que moverse la
conservación y valorización del valor-capital, la cual descansa en la
expropiación y depauperación de las grandes masas de los productores, choquen
constantemente con los métodos de producción que el capital se ve obligado a
emplear para conseguir sus fines y que tienden al aumento ilimitado de la
producción, a la producción por la producción misma, al desarrollo
incondicional de las fuerzas sociales productivas del trabajo. El medio
empleado -desarrollo incondicional de las fuerzas sociales productivas- choca
constantemente con el fin perseguido, que es un fin limitado: la valorización
del capital existente. Por consiguiente, si el régimen capitalista de
producción constituye un medio histórico para desarrollar la capacidad
productiva material y crear el mercado mundial correspondiente, envuelve al
propio tiempo una contradicción constante entre esta misión histórica y las
condiciones sociales de producción propias de este régimen1.
Bueno,
seguramente hay algunas palabras que hoy ya no utilizaríamos, como esas de
«misión histórica»... Pero creo que lo que iremos viendo en los años que
vendrán, se dará precisamente sobre la base de que ya se ha creado en toda su
plenitud ese mercado mundial intuido por Marx. Es decir, tenemos un mercado y
una situación mundial diferentes a las de 1929, porque en ese entonces países
como China y como India eran todavía semicoloniales, en tanto que ahora ya no
tienen ese carácter; son grandes países que, más allá de que tengan un carácter
combinado que requiere un cuidadoso análisis, son ahora partícipes de pleno
derecho dentro de una economía mundial única, una economía mundial unificada en
un grado desconocido hasta esta etapa de la historia. La cita puede ayudarnos
a entender el momento actual y la crisis que se ha iniciado precisamente en
este marco de un sólo mundo.
II. Un
nuevo tipo de crisis
En mi
opinión, en esta nueva etapa, la crisis va a desenvolverse de tal modo que las
primeras y realmente brutales manifestaciones de la crisis climática mundial
que hemos visto van a combinarse con la crisis del capital en cuanto tal.
Entramos en una fase que plantea realmente una crisis de la humanidad, dentro
de complejas relaciones en las que están también los acontecimientos bélicos,
pero lo más importantes es que, incluso excluyendo el estallido de una guerra
de gran amplitud que en el presente solo podría ser una guerra atómica, estamos
enfrentados a un nuevo tipo de crisis, a una combinación de esta crisis económica
que se ha iniciado con una situación en la cual la naturaleza, tratada sin la
menor contemplación y golpeada por el hombre en el marco del capitalismo,
reacciona ahora de forma brutal. Esto es algo casi excluido de nuestras
discusiones, pero que va a imponerse como un hecho central.
Por ejemplo, muy recientemente,
leyendo el trabajo de un sociólogo francés, me enteré de que los glaciares
andinos de los que fluye el agua con que se abastecen La Paz y El Alto, están
agotados en más de un 80% y se estima que dentro de quince años La Paz y El
Alto ya no tendrán agua... y sin embargo, esto es algo que nunca se trató,
nunca se discutió un hecho de tal magnitud que puede hacer que la lucha de
clases en Bolivia, tal como la conocimos, se modifique sustancialmente, por
ejemplo haciendo que el tan controvertido traslado de la capital a Sucre se
imponga como algo «natural», porque se acabe el agua en La Paz.
Estamos entrando a un período
de ese tipo y el problema es que casi no se habla de eso, mientras que en los ambientes
revolucionarios se sigue discutiendo de cosas que en este momento resultan
minucias, cuestiones completamente mezquinas en comparación con los desafíos a
los que estamos enfrentados.
III. Límites inmanentes del
capitalismo
Para
seguir con la cuestión de los límites del capitalismo, quiero llamar la
atención sobre una cita de Marx, inmediatamente anterior a la ya citada:
La producción capitalista
aspira constantemente a superar estos límites inmanentes a ella, pero sólo
puede superarlos recurriendo a medios que vuelven a levantar ante ella estos
mismos límites todavía con mayor fuerza.2
Esta indicación nos introduce al análisis y a la
discusión de los medios a los que se recurrió, durante los últimos treinta
años, para superar los límites inmanentes del capital.
Esos
medios han sido, en primer lugar, todo el proceso de liberalización de las
finanzas, del comercio y de la inversión, todo el proceso de destrucción de las
relaciones políticas surgidas a raíz de la crisis del 29 y de los años treinta,
después de la Segunda Guerra Mundial y de las guerras de liberación nacional...
Todas esas relaciones, que expresaban la dominación del capital pero
representaban al mismo tiempo formas de control parcial del mismo capital,
fueron destrozadas y, por algún tiempo, al capital le pareció que con esto se
superaban los límites puestos a su actuación.
La
segunda forma que se eligió para superar esos límites inmanentes del capital ha
sido recurrir, en una escala sin precedentes, a la creación de capital ficticio
y de medios de crédito para ampliar una demanda insuficiente en el centro del
sistema.
Y la
tercera forma, la más importante históricamente para el capital, ha sido la
reincorporación, en cuanto elementos plenos del sistema capitalista mundial,
de la Unión Soviética y sus «satélites», y de China.
Sólo en
el marco de las resultantes de estos tres procesos es posible captar la
amplitud y la novedad de la crisis que se inicia.
IV.
Liberalización, mercado mundial, competencia…
Comencemos
por interrogarnos sobre qué ha significado la liberalización y la desregulación
llevadas a cabo a escala mundial, con la incorporación del antiguo «campo»
soviético y la incorporación y modificación de las relaciones de producción en
China... El proceso de liberalización y desreglamentación ha significado el
desmantelamiento de los pocos elementos regulatorios que se habían construido
en el marco internacional al salir de la Segunda Guerra Mundial, para entrar en
un capitalismo totalmente desreglamentado. Y no sólo desreglamentado, sino
también un capitalismo que ha creado realmente el mercado mundial en el pleno
sentido del término, convirtiendo en realidad lo que era en Marx una intuición
o anticipación. Puede ser útil precisar el concepto de mercado mundial e ir
tal vez más allá de la palabra mercado. Se trata de la creación de un espacio
libre de restricciones para las operaciones del capital, para producir y
realizar plusvalía tomando este espacio como base y proceso de centralización
de ganancias a escala verdaderamente internacional. Ese espacio abierto, no
homogéneo pero con una reducción drástica de todos los obstáculos a la
movilidad del capital, esa posibilidad para el capital de organizar a escala
universal el ciclo de valorización, está acompañada por una situación que
permite poner en competencia entre sí a los trabajadores de todos los países.
Es decir, se sustenta en el hecho que el ejército industrial de reserva es
realmente mundial y que es el capital como un todo el que rige los flujos de
integración o de repulsión, en las formas estudiadas por Marx.
Este es entonces el marco
general de un proceso de «producción para la producción» en condiciones en que
la posibilidad para la humanidad y las masas del mundo de acceder a esa
producción es totalmente limitada... y por lo tanto, el cierre exitoso del
ciclo de valorización del capital, para el capital en su conjunto, y para cada
capital en particular, se hace cada vez más difícil. Y por eso se incrementan y
se hacen más determinantes en el mercado mundial «las leyes ciegas de la
competencia». Los bancos centrales y los gobiernos pueden proclamar que
acordarán entre sí y colaborarán para impedir la crisis, pero no creo que se
pueda introducir la cooperación en el espacio mundial convertido en escenario
de una tremenda competencia entre capitales. Y ahora, la competencia entre
capitales va mucho más allá de las relaciones entre los capitales de las partes
más antiguas y más desarrolladas del sistema mundial con los sectores menos desarrollados
desde el punto de vista capitalista. Porque bajo formas particulares e incluso
muy parasitarias, en el marco mundial se han dado procesos de centralización
del capital por fuera del marco tradicional de los centros imperialistas: en
relación con ellos, pero en condiciones que también introducen algo totalmente
nuevo en el marco mundial.
Durante los últimos quince años, y en
particular durante la última etapa, se han desarrollado, en determinados
puntos del sistema, grupos industriales capaces de integrarse como socios de
pleno derecho en los oligopolios mundiales. Tanto en la India como en China se
han con formado verdaderos y fuertes
grupos económicos capitalistas. Y en el plano financiero, como expresión del
rentismo y del parasitismo puro, los llamados Fondos Soberanos se han convertido
en importantes puntos de centralización del capital bajo la forma dinero, que
no son meros satélites de los Estados Unidos, tienen estrategias y dinámicas
propias y modifican de muchas maneras las relaciones geopolíticas de los puntos
clave en que la vida del capital se hace y se hará.
Por eso, otro elemento a tener en cuenta es que esta
crisis tiene como otra de sus dimensiones la de marcar el fin de la etapa en
que los Estados Unidos pudieron actuar como potencia mundial sin parangón... En
mi opinión, hemos salido del momento que analizara Mézáros en su libro de 2001,
y los Estados Unidos serán sometidos a prueba: en un plazo temporal muy corto,
todas sus relaciones mundiales se han modificado y deberá, en el mejor de los
casos, renegociar y reordenar todas sus relaciones en base al hecho de que
deberán compartir el poder. Y esto, por supuesto, es algo que nunca se produjo
de forma pacífica en la historia del capital... Entonces, primer elemento: uno
de los métodos elegidos por el capital para superar sus límites se ha
transformado en fuente de nuevas tensiones, conflictos y contradicciones,
indicando que una nueva etapa histórica se abrirá paso a través de esta crisis.
Por eso, otro elemento a tener en cuenta es que esta
crisis tiene como otra de sus dimensiones la de marcar el fin de la etapa en
que los Estados Unidos pudieron actuar como potencia mundial sin parangón... En
mi opinión, hemos salido del momento que analizara Mézáros en su libro de 2001,
y los Estados Unidos serán sometidos a prueba: en un plazo temporal muy corto,
todas sus relaciones mundiales se han modificado y deberá, en el mejor de los
casos, renegociar y reordenar todas sus relaciones en base al hecho de que
deberán compartir el poder. Y esto, por supuesto, es algo que nunca se produjo
de forma pacífica en la historia del capital... Entonces, primer elemento: uno
de los métodos elegidos por el capital para superar sus límites se ha
transformado en fuente de nuevas tensiones, conflictos y contradicciones,
indicando que una nueva etapa histórica se abrirá paso a través de esta crisis.
V. Creación
incontrolada de capital ficticio
El segundo medio
utilizado para superar los límites para el capital de las economías centrales
fue que todas ellas recurrieron a la creación de formas totalmente artificiales
de ampliación de la demanda efectiva, las que, sumándose a otras formas de
creación de capital ficticio, generaron las condiciones para la crisis
financiera que se está desarrollando hoy. En el artículo que los compañeros de
Herramienta tuvieron la gentileza de traducir al castellano y publicar3 abordé con cierto detenimiento esta
cuestión del capital ficticio y los nuevos procesos que se han dado dentro del
proceso mismo de acumulación de capital ficticio. Para Marx, el capital
ficticio es la acumulación de títulos que son «sombra de inversiones» ya hechas
pero que, como títulos de bonos y de acciones aparecen con el aspecto de
capital a sus poseedores. No lo son para el sistema como un todo, para el
proceso de acumulación, pero sí lo son para sus poseedores y, en condiciones
normales de cierre de los procesos de valorización del capital, rinden a sus
poseedores dividendos e intereses. Pero su carácter ficticio se revela en
situaciones de crisis. Cuando sobrevienen crisis de sobreproducción, quiebra de
empresas, etcétera, se advierte que ese capital no existía... por eso también
puede leerse a veces en los periódicos que tal o cual cantidad de capital
«desapareció» en algún sacudón bursátil: esas sumas nunca habían existido como
capital propiamente dicho, a pesar de que, para los poseedores de esas acciones,
representaban títulos que daban derecho a dividendos e intereses, a percibir
ganancias…
Por supuesto, uno de los grandes
problemas de hoy es que en muchísimos países los sistemas de jubilación están
basados en capital ficticio, con pretensiones de participación en los resultados
de una producción capitalista que puede desaparecer en momentos de crisis.
Toda la etapa de la liberalización y globalización financiera de los años 80 y
90 estuvo basada en acumulación de capital ficticio, sobre todo en manos de
Fondos de inversión, Fondos de pensiones, Fondos financieros... Y la gran
novedad desde finales o mediados de los años 90 y a todo lo largo de los años
2000 fue, en los Estados Unidos y en Gran Bretaña en particular, el empuje
extraordinario que se dio a la creación de capital ficticio en la forma de
crédito. De crédito a empresas, pero también y sobre todo de créditos a los
hogares, créditos al consumo y más que nada créditos hipotecarios. Y eso hizo
dar un salto en la masa de capital ficticio creado, originando formas aún más
agudas de vulnerabilidad y fragilidad, incluso frente a choques menores,
incluso frente a episodios absolutamente predecibles. Por ejemplo, en base a
todo lo estudiado anteriormente, se sabía que un boom inmobiliario se termina,
que inexorablemente hay un momento en el que, por procesos internos muy bien estudiados,
se acaba; y si puede ser relativamente comprensible que en el mercado
accionario existiera la ilusión de que no había límites para la subida en el
precio de las acciones, en base a toda la historia previa se sabía que eso no podía ocurrir en
el sector inmobiliario: cuando se trata de edificios y casas es inevitable que
llegue el momento en que el boom acaba. Pero se colocaron en tal situación de
dependencia que ese acontecimiento completamente normal y previsible se
transformó en una crisis tremenda. Porque a todo lo que ya dije, se añadió el
hecho de que durante los dos últimos años los préstamos se hacían a hogares que
no tenían la menor posibilidad de pagar. Y además, todo eso se combinó con las
nuevas «técnicas» financieras que traté de explicar con un grado aceptable de
vulgarización en mi artículo de Herramienta, permitiéndose así que los bancos
vendieran bonos en condiciones tales que nadie podía saber exactamente qué
estaba comprando… hasta el fuerte estallido de los «subprime», en 2007.
Ahora están en el proceso de desmontaje de ese
proceso. Pero dentro de ese desmontaje hay procesos de concentración del
capital financiero. Cuando el Bank of America compra Merrill Lynch, estamos
ante un proceso de concentración clásico. Y vemos además estos procesos de
estatización de las deudas, que implican la creación inmediata de más capital
ficticio. La Reserva Federal de los Estados Unidos crea más capital ficticio
para mantener la ilusión de un valor del capital que está a punto de derrumbarse,
con la perspectiva de tener en algún momento dado la posibilidad de aumentar
fuertemente la presión fiscal, pero en realidad no puede hacerlo porque eso
significaría el congelamiento del mercado interno y la aceleración de la
crisis en tanto crisis real. Asistimos, pues, a una fuga hacia adelante que no
resuelve nada. Dentro de ese proceso existe también el avance de los Fondos
Soberanos que buscan modificar la repartición intercapitalista de los flujos
financieros a favor de los sectores rentistas que han acumulado estos fondos.
Y esto es un factor de perturbación aun mayor en el proceso.
Quiero recordar, para terminar con este punto, que ese
déficit comercial de 5 puntos del PBI es lo que ha conferido a los Estados
Unidos la particularidad de ese lugar clave para la concreción del ciclo del
capital en el momento de realización de la plusvalía, para el proceso capitalista
en su conjunto. Enfrentados ahora a una casi inevitable retracción económica,
se plantea como el gran interrogante si, en un corto lapso, la demanda interna
China podrá pasar a ser el lugar que garantice ese momento de realización de la
plusvalía que se daba en los Estados Unidos. La amplitud de la intervención del
Tesoro es muy fuerte y logró que la contracción de la actividad en los Estados
Unidos y la caída en las importaciones haya sido hasta ahora muy limitada. El
problema es saber cuánto tiempo se podrá tener como único método de política
económica crear más y más liquidez... ¿Será posible que no haya límites a la
creación de capital ficticio bajo la forma de liquidez para mantener el valor
del capital ficticio ya existente? Me parece una hipótesis demasiado optimista,
y entre los mismos economistas norteamericanos, muchos lo dudan.
VI. ¿Sobreacumulación en China?
Para terminar, llegamos a la tercer manera
en la cual el capital superó sus limites inmanentes, que es en definitiva la
más importante de todas y plantea los interrogantes más interesantes. Me
refiero a la extensión, en particular a China, de todo el sistema de relaciones
sociales de producción del capitalismo. Algo que Marx mencionó en algún momento
como una posibilidad, pero que sólo se hizo realidad durante los últimos años.
Y se realizó en condiciones que multiplican los factores de crisis.
La acumulación del capital en China se hizo
en base a procesos internos, pero también en base a algo que está perfectamente
documentado, pero poco comentado: el traslado de una parte importantísima del
Sector II de la economía, el sector de la producción de medios de consumo,
desde los Estados Unidos hacia China. Y esto tiene mucho que ver con el grueso
de los déficits norteamericanos (el déficit comercial y el fiscal), que sólo
podrían revertirse por medio de una «reindustrialización» de los Estados
Unidos.
Esto significa que se establecieron nuevas
relaciones entre los Estados Unidos y China. No se trata ya de las relaciones
de una potencia imperialista con un espacio semicolonial. Los Estados Unidos
crearon relaciones de un tipo nuevo, que ahora tiene dificultades en reconocer
y en asumir. En base al superávit comercial, China acumula millones y millones de
dólares, que luego presta a los Estados
Unidos. Una ilustración de las consecuencias que esto trae, lo tenemos con la
nacionalización de esas dos entidades llamadas Fannie Mae y Freddy Mac: parece
ser que la banca de China tenía el 15% de los fondos de estas entidades y le
comunicó al gobierno americano que no aceptaría su desvalorización. Son
relaciones internacionales de un tipo totalmente nuevo.
Pero ¿qué ocurre en el seno mismo de China? En mi
artículo en Herramienta ya citado, había una sola página sobre esto, y al
final, pero de alguna manera es la cuestión más decisiva para la próxima etapa
de la crisis. En China se ha dado internamente un proceso de competencia entre
capitales, que se combinó con procesos de competencia entre sectores del
aparato político chino, y de competencia para atraer a empresas extranjeras,
todo lo cual ha resultado en un proceso de creación de inmensas capacidades de
producción, además de violentar a la naturaleza en una escala grandísima: en
China se concentra una sobreacumulación de capital que en un momento dado se
tornará insostenible. En Europa es evidente la tendencia a una aceleración de
la destrucción de capacidades productivas y de puestos de trabajo, para
trasladarse al único paraíso del mundo capitalista que hoy es China. Considero
que este traslado de capitales a China ha significado una reversión de procesos
anteriores hacia un alza de la composición orgánica del capital. La
acumulación es intensiva en medios de producción y es intensiva y muy
dilapidadora de la otra parte del capital constante, es decir las materias
primas. La masiva creación de capacidades de producción en el Sector I estuvo
acompañada por todos los mecanismos y el empuje económico que caracteriza el
crecimiento de China, pero el mercado final para sostener toda esa producción
es el mercado mundial, y una retracción de éste pondrá en evidencia esa
sobreacumulación de capital. Alguien como Aglietta, que ha estudiado
específicamente esto, afirma que realmente hay sobreacumulación, hay un
acelerado proceso de creación de capacidad productiva en China, un proceso que,
en el momento en que se termine -y tiene que terminar- la realización de toda
esa producción va a plantear problemas. Además, China es realmente un lugar
decisivo, porque incluso pequeñas variaciones en su economía determinan la
coyuntura de otros muchos países en el mundo. Fue suficiente que la demanda
china de bienes de inversión cayera un poco para que Alemania perdiera
exportaciones y entrara en recesión. Las «pequeñas oscilaciones» en China
tienen repercusiones fuertísimas en otros lugares, como debería ser evidente
para el caso de la Argentina.
VII. Para seguir pensando y discutiendo
Y vuelvo a lo que decía en el comienzo.
Aunque sean comparables, las fases de esta crisis van a ser distintas a las del
29, porque en aquel entonces la crisis de sobreproducción de los Estados Unidos
se verificó desde los primeros momentos. Después se profundizó, pero se supo
enseguida que se estaba ante una crisis de sobreproducción. Ahora, en cambio,
con diversas políticas están aplazando ese momento, pero no podrán hacerlo
mucho más. Simultáneamente, y como ocurriera también con la crisis de 1929 y
los años 30, aunque en condiciones y bajo formas distintas, la crisis se
combinará con la necesidad, para el capitalismo, de una reorganización total
de la expresión de sus relaciones de fuerzas económicas en el marco mundial,
marcando el momento en el que los Estados Unidos verán que su superioridad
militar es solamente un elemento, y un elemento bastante subordinado, para
renegociar sus relaciones con China y otras partes del mundo. O llegará el
momento en el cual dará el salto a una aventura militar de imprevisibles
consecuencias.
Por todo ello, concluyo que esto es mucho
más que una crisis financiera, incluso si estamos por ahora en esa fase,
incluso si el artículo publicado por Herramienta debió concentrarse en tratar
de iluminar los enredos del capital ficticio y permitir entender por qué es tan
difícil el desmontaje de ese capital, pero estamos ante un una crisis muchísimo
más amplia. Ahora bien, tengo la impresión, por el tenor de las distintas
preguntas u observaciones que se me hicieron, que muchos opinan que estoy
pintando un escenario de tipo catastrofista, de derrumbe del capitalismo... En
realidad, creo que estamos ante el riesgo de una catástrofe, pero no ya del
capitalismo, sino de una catástrofe
de la humanidad. En cierta forma, si tomamos en cuenta la crisis climática,
posiblemente ya existe algo de eso... Yo opino (junto con Mészáros, por
ejemplo, pero somos muy pocos los que damos importancia a esto) que estamos
ante un peligro inminente. Lo dramático es que, por el momento, esto afecta
directamente a poblaciones que no son tomadas en cuenta: lo que pueda estar
pasando en Haití pareciera que no tiene la menor importancia histórica; lo que
ocurre en Bangladesh no tiene peso más allá de la región afectada; tampoco lo
ocurrido en Birmania, porque el control de la Junta militar impide que
trascienda. Y lo mismo en China: se discuten los índices de crecimiento pero
no sobre las catástrofes ambientales, porque el aparato represivo controla las
informaciones sobre las mismas.
Y lo peor es que esa «opinión», que está siendo
constantemente construida por los medios, está interiorizada muy profundamente,
incluso en muchos intelectuales de izquierda. Yo había comenzado a trabajar y a
escribir sobre todo eso, pero con el comienzo de la crisis de alguna manera
debí volver a ocuparme de las finanzas, aunque no lo hago con mucho gusto,
porque lo esencial me parece que se juega en un plano distinto.
Para
terminar: el hecho de que todo esto ocurra después de esa tan larga fase, sin
paralelo en la historia del capitalismo, de 50 años de acumulación
ininterrumpida (salvo una pequeñísima ruptura en 1974/1975), así como también
todo lo que los círculos capitalistas dirigentes, y en particular los bancos
centrales, aprendieron de la crisis del 29, todo ello hace que la crisis avance
de manera bastante lenta. Desde septiembre del año pasado, el discurso de los
círculos dominantes viene sosteniendo, una y otra vez, que «lo peor ya pasó»,
cuando lo cierto es que, una y otra vez, «lo peor» estaba por venir. Por eso
insisto en el riego de minimizar la gravedad de la situación, y sugiero que en
nuestros análisis y forma de enfocar las cosas deberíamos incorporar la
posibilidad, como mínimo la posibilidad, de que inadvertidamente estemos
también interiorizando ese discurso de que, en definitiva «no pasa nada»...
Notas
1. Carlos Marx, El
capital México, FCE, 1973, Vol. III, pág. 248.
2. Idem.
3. El
fin de un ciclo. Alcance y rumbo de la crisis financiera, en Herramienta Nº
37, marzo 2008.
Fuente: http://laberinto.uma.es/index.php?option=com_content&view=article&id=385:como-la-crisis-del-29-o-mas-un-nuevo-contexto-mundial&catid=103:lab29&Itemid=54
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